LOS EURODIPUTADOS PIDEN AUMENTAR EL PRESUPUESTO PARA LA APICULTURA. Revista Apicultura Ibérica

 Más apoyo a los apicultores, aumentar las inversiones en medicamentos seguros para las abejas, prohibir los pesticidas perjudiciales para las abejas y frenar las importaciones de miel fraudulenta, son las principales medidas aprobadas por la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo este martes.

Un proyecto de resolución que ahora tendrá que ser sometido a votación en el pleno del Parlamento Europeo, probablemente a final de febrero o primeros de marzo.

En la resolución se propone incrementar un 50% el presupuesto de la UE para apoyar los programas nacionales de apicultura, con el fin de ayudar a contrarrestar las crecientes amenazas a la polinización por las abejas, fundamental para la alimentación y el equilibrio ecológico. También propone introducir un nuevo esquema de ayuda a los apicultores de la UE en la política agraria comunitaria a partir de 2020.

La Comisión de Agricultura considera también que, dado que el número de colonias de abejas ha descendido un 50% en los últimos años, se debe crear una estrategia comunitaria efectiva, a gran escala y a largo plazo para mejorar su salud y garantizar la repoblación.

Para ello, proponen, entre otras medidas: un plan de acción para combatir la mortalidad de las abejas; impulsar la investigación en medicamentos para abejas innovadores; programas de cría para conseguir abejas resistentes a varroa, avispa asiática o loque americana; prohibir los pesticidas con efectos negativos científicamente probados sobre las abejas, incluidos los neonicotinoides, y medidas para desarrollar alternativas seguras para los agricultores.

Respecto a las importaciones de miel fraudulenta, los europarlamentarios creen que la Comisión debería armonizar las inspecciones fronterizas con controles obligatorios para mieles importadas y endurecer los requisitos de trazabilidad en la cadena alimentaria. Además consideran que se deben desarrollar procedimientos efectivos de análisis de laboratorio, como las pruebas de resonancia magnética nuclear e imponer penas más severas a los infractores.

Piden también que los Estados miembros deberían hacer más para informar al público, especialmente a los niños, de los beneficios de consumir miel y de los usos terapéuticos de los productos de las abejas, que deberían ser considerados como “sensibles” en las negociaciones comerciales con terceros países y tal vez excluidos de las negociaciones del libre comercio.

NACIONES UNIDAS DECLARA EL 20 DE MAYO “DÍA MUNDIAL DE LA ABEJA”

Apicultura Ibérica. Actualidad.

A partir de ahora, el 20 de mayo se celebrará “oficialmente” el “Día Mundial de la Abeja”, tras la declaración de las Naciones Unidas en su última asamblea general celebrada esta semana en Nueva York.

La fecha, coincide con el nacimiento de Anton Janša, quien en el siglo XVIII fue pionero en las técnicas modernas de apicultura en su país natal, Eslovenia, cuya Asociación de Apicultores impulsó la iniciativa con el apoyo del viceprimer ministro del país, Dejan Zidan, que buscó, a su vez, el apoyo de diversos estados, entre ellos España, de la Unión Europea y lo presentó en Naciones Unidas.

La resolución que declara el 20 de mayo como Día de la Abeja, ha recibido en la asamblea de la ONU el apoyo de 115 estados miembros incluidos EE.UU., Canadá, China, la Federación Rusa, India, Brasil, Argentina, Australia y todos los Estados Miembros de la Unión Europea.

El objetivo de este día es concienciar sobre la importancia de las abejas en la agricultura, la alimentación y la biodiversidad y sobre la necesidad de protegerlas.

Dejan Židan, viceprimer ministro de la República de Eslovenia ha mostrado su satisfacción por la resultado: “Después de tres años de esfuerzos tanto en términos de los procedimientos oficiales en la ONU como en relación con el proceso intensivo de informar a los países de todo el mundo, hemos tenido éxito con esta iniciativa. Las abejas y otros polinizadores finalmente tienen el lugar que merecen en vista de su importancia para el mundo y para la humanidad. La proclamación del Día Mundial de la Abeja demuestra que existe la voluntad de actuar. Estoy feliz de que la comprensión de la importancia de las abejas para el desarrollo sostenible y el futuro de la humanidad en general se haya reflejado en el apoyo consensual a la resolución “.

Carla Mucavi, Directora de la Oficina de Enlace de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Nueva York, ha comentado también que: “Las abejas desempeñan un papel crucial en el aumento de los rendimientos de los cultivos y la promoción de la seguridad alimentaria y la nutrición. Sin ellas, podríamos perder una variedad de alimentos como papas, pimiento, café, calabazas, zanahorias, manzanas, almendras, tomates, solo por nombrar algunos. En resumen, sin abejas, la FAO no puede lograr un mundo sin hambre. El Día Mundial de la Abeja reconoce la importancia de estos pequeños ayudantes y aumentará la conciencia de la necesidad de protegerlos “.

Por su parte, el presidente de la Asociación de Apicultores de Eslovenia (promotores de la idea), Boštjan Noč, agregó: “A partir de hoy, el 20 de mayo ser una celebración mundial de las abejas y los apicultores. Creo que con la proclamación del Día Mundial de la Abeja, el mundo comenzará a pensar más ampliamente sobre las abejas, en particular en el contexto de garantizar las condiciones para su supervivencia y, por lo tanto, para la supervivencia de la raza humana”.

LAS ABEJAS, CONTRA LAS CUERDAS POR EL CAMBIO CLIMÁTICO. El Mundo Digital. Patricia H. BEN. 13 dic. 2017


Las abejas son esenciales para la conservación de los ecosistemas. El número de polinizadores está disminuyendo en todo el mundo por diversas causas y el cambio climático está agravando esta situación, poniendo en riesgo todos los beneficios que aportan. Una prueba de ello es que el 70% de los cultivos agrícolas necesitan la polinización para ser efectivos, según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama).

"España es una de las regiones del mundo más vulnerables al cambio climático tanto por su situación geográfica como por la composición de los sectores socioeconómicos, que están directamente relacionados con los impactos climáticos", ha afirmado Valvanera Ulargui, directora de la Oficina Española de Cambio Climático (OECC), durante la presentación de un informe sobre los impactos del cambio climático en las abejas este miércoles.

Los cultivos agrícolas generan en España 2.400 millones de euros anuales. En 2015, se produjeron 33.440 toneladas de miel y 1.800 de cera, lo que se traduce en unos 100 millones de euros. Además, según los datos recogidos recientemente en el proyecto Impactos, vulnerabilidad y adaptación al cambio climático de la apicultura mediterráneo, actualmente hay aproximadamente 2,4 millones de colmenas -situando a España como el primer país del mundo en número de colmenas- y 23.000 apicultores.

Aunque España es el país del mundo con más colmenas, el séptimo con más familias que viven de la apicultura (unas 5.000) y con 30.000 explotaciones apícolas, importa el 80% de la miel que consume de China, ha asegurado Miguel Aymerich, subdirector de Medio Natural del MAPAMA, según informa Efe. "Importamos miel de peor calidad que la que producimos, y que en su mayoría se exporta", ha agregado. Mientras más líquida sea la miel, y por tanto menos cristalizada, más cosas que no son miel (agua, compuestos azucarados) lleva, han afirmado los expertos.

Los autores de este estudio han querido analizar cómo están afectando los impactos del cambio climático a las abejas y contribuir así al proyecto LIFE-Shara del Mapama, que se desarrollará hasta 2020 con una inversión de 1,5 millones, el 57% cofinanciados por la UE. El objetivo es colaborar en la construcción de una sociedad mejor adaptada al cambio climático, cooperando con todos los actores implicados, generando conocimiento y aumentando la sensibilización social. "El conocimiento será clave para que llevar a cabo las medidas contra esos impactos e identificar las respuestas adecuadas", ha apuntado Ulargui.

De esta forma, a través de la revisión de investigaciones anteriores y entrevistas a apicultores de la zona mediterránea (principalmente de Valencia, Andalucía y Cataluña), han concluido que el aumento de las temperaturas y las escasas e irregulares precipitaciones del otoño obstaculizan la alimentación de las abejas en invierno, dificultando a su vez la polinización y la producción agrícola.

Feliu López i Gelats, investigador de la Universidad de Vic y del Centro de Investigación en Economía y Desarrollo Agroalimentario (CREDA-UPC-IRTA) y participante en el estudio, ha destacado los principales impactos recogidos en la investigación. Debido a los climas extremos, se está reduciendo la cantidad de agua disponible y está aumentando la mortalidad. También se incrementa la expansión de patologías (principalmente del ácaro varroa) y de especies enemigas (como la avispa asiática), así como la disminución de la floración y del contenido proteico del polen.

Asimismo, los expertos señalan en su estudio lastendencias no deseadasa las que están siendo expuestas las abejas. Entre ellas se encuentran la pérdida y fragmentación de hábitats, las intoxicaciones (principalmente los polémicos neonicotinoides) y el síndrome de despoblamiento de las colmenas.

GREENPEACE: NEONICOTINOIDES PELIGROSOS PARA LAS ABEJAS CUANDO SE UTILIZAN EN INVERNADEROS. Apicultura Ibérica. Noticias

La organización ecologista Greenpeace ha hecho público un estudio realizado por sus equipos técnicos que muestran, señalan, “que los neonicotinoides son peligrosos para las abejas y otras especies cuando se usan en invernaderos”

Desde Greenpeace recuerdan que hoy y mañana los representantes de los gobiernos europeos se reúnen en Bruselas para discutir y posiblemente votar las propuestas de la Comisión Europea para ampliar las restricciones de uso de tres neonicotinoides. Estas propuestas, aunque son un gran paso, permitirían el uso continuado de estos insecticidas en invernaderos.

El estudio de Greenpeace muestra que los neonicotinoides están presentes con frecuencia en los cursos de agua cercanos a los invernaderos donde se han utilizado, señalan desde la ONG. Y recuerdan en su nota de prensa que “las revisiones de investigaciones previas han demostrado que los neonicotinoides no solo matan directamente a las abejas, sino que también interfieren en su capacidad de orientación y de reproducción, lo que contribuye al declive de las poblaciones. También representan una amenaza para muchas otras especies, como los insectos acuáticos”. Greenpeace pide de nuevo, tras este estudio, una prohibición total de todos los neonicotinoides.

Los neonicotinoides contaminan el medio ambiente circundante incluso si se utilizan exclusivamente dentro de los invernaderos. Su uso puede estar confinado en principio, pero sigue representando un peligro para las abejas y otras especies silvestres. Solo una prohibición total protegería a las abejas, otros polinizadores y la vida silvestre de los neonicotinoides”, ha afirmado la Dr. Kirsten Thompson, experta de la Unidad Científica de Greenpeace en la Universidad de Exeter.

En 2013, la Comisión Europea introdujo restricciones al uso de tres neonicotinoides (el imidacloprid y la clotianidina de Bayer y el tiametoxam de Syngenta), prohibiendo algunos usos en cultivos atractivos para las abejas, como girasoles, colza, manzanas, almendras o pepinos. Sin embargo, todavía se permiten muchos otros usos de estos insecticidas, incluidos los invernaderos, la fumigación de cultivos atractivos para las abejas después de la floración o la utilización en cultivos considerados menos atractivos para las abejas, como los cereales de invierno, la remolacha azucarera.

Votación de la UE sobre nuevas restricciones

En marzo de 2017, la Comisión puso sobre la mesa una propuesta para ampliar las prohibiciones del imidacloprid, la clotianidina y el tiametoxam, pero sin restringir su uso en invernaderos. Esta propuesta se basa en una evaluación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) que advierte que estas sustancias químicas pueden dañar a las abejas no solo por la dispersión del polvo de las semillas recubiertas y la fumigación, sino también a través de los residuos presentes en un entorno más amplio.

Además del imidacloprid, la clotianidina y el tiametoxam, otros cuatro neonicotinoides están aprobados para uso sin cualquier restricción en la UE: acetamiprid, tiacloprid, sulfoxaflor y flupyradifurone, que se utilizan cada vez más como sustitutos de los tres insecticidas restringidos, recuerdan desde Greenpeace.

No quedan dudas de que el uso de insecticidas neonicotinoides son una gran amenaza para las abejas y otras especies. Pero no son la única”, ha afirmado Luís Ferreirim, responsable de Agricultura de Greenpeace España. “Greenpeace insta al Gobierno español a que apoye la prohibición total de los neonicotinoides y la de otros plaguicidas igualmente peligrosos y que, a largo plazo, fomente la transición a la agricultura ecológica, la única solución de futuro”, ha concluido Ferreirim.

Francia, recuerdan, prohibirá los neonicotinoides a partir del 1 de septiembre de 2018, con ciertos usos permitidos hasta el 1 de julio de 2020.

INSECTOS: LOS SERES QUE MUEVEN EL MUNDO, EN PELIGRO. ABC Natural. 16/12/17


El ser humano vive en un mundo inexplorado. Aunque se ha lanzado a la búsqueda de vida en otros planetas, la inmensa mayoría de las especies de seres vivos de la Tierra son todavía desconocidas. Como dijo el célebre Edward Osborne Wilson, experto en hormigas y evolución de la Universidad de Harvard, «nuestras vidas dependen de ecosistemas que apenas hemos comenzado a comprender». Es cierto que se conocen la mayor parte de las especies de grandes animales y plantas, pero también lo es que éstas son una minoría en el mundo natural. En contra de lo que pueda parecer, la vida en la Tierra está absolutamente dominada por seres diminutos que resultan difíciles de ver: insectos, nematodos, bacterias y los desconocidos virus. Todos estos son extraordinariamente abundantes y diversos. Además, tal como dijo Wilson, «son la base de los ecosistemas y las pequeñas cosas que mantienen el mundo en funcionamiento». Sin embargo, su tamaño y su «falta de carisma» han llevado a que hoy todavía sean casi desconocidos.

La ignorancia sobre estos pequeños seres es inmensa, pero están surgiendo señales de alarma que indican que el tren de vida de la civilización humana está dañando, de forma irreversible, a unas pequeñas criaturas de las que depende su existencia: los insectos. Un estudio publicado en octubre en la revista Plos One alertó de una caída estacional del 76 por ciento en la población de los insectos voladores de 63 reservas naturales del noroeste de Alemania. A comienzos de año, un informe de la Comisión Europea (CE) aseguró que la cuarta parte de 1.082 especies de ortópteros (chicharras, saltamontes o grillos) están amenazadas en el Viejo Continente. Sin embargo, más allá de estos indicios, no hay datos globales sobre lo que está ocurriendo con estos animales.

«A causa de la escasez de información que tenemos, es difícil saber si ambas cosas son la punta del iceberg o un extremo», explica a ABC Natural Axel Hochkirch, experto en saltamontes de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), quien contribuyó a redactar el informe sobre ortópteros de la CE. Lo cierto es que la UE no está siguiendo la evolución de las poblaciones de insectos, aparte de su estudio, que recoge el 41 por ciento de los ortópteros.

 

La punta del iceberg

Tal como escribió en Science este experto, la Lista Roja de Especies Amenazadas de la IUCN por el momento solo considera como extintas a 394 especies de insectos. «Pero esta cifra es ridículamente baja. Solo en una semana pueden desaparecer docenas». Sea como sea, según Hochkirch, estos números no alarman a nadie porque es como «anotar el número de muertos provocados por una guerra sin ver las caras de los caídos». Las estimaciones manejadas por la IUCN apuntan a que en esta guerra invisible desaparecen entre una a 100 especies de invertebrados (no solo insectos) cada día.

«Estoy convencido de que esto es solo la punta del iceberg», reconoce José Luis Viejo, catedrático de Entomología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Aunque este experto en lepidópteros (mariposas, polillas, orugas) dice que no hay datos sobre la evolución de las poblaciones de insectos en España, sí que reconoce que muchos trabajos presentados en las recientes jornadas de la Asociación Española de Entomología apuntan en la dirección de que la diversidad de insectos está cayendo en el país. «En los 20 o 25 años que llevo trabajando en la reserva natural del Regajal-Mar de Ontígola he notado un declive de los lepidópteros. Las especies raras ahora son más raras y las que eran muy raras ya no están».

 

La base de la cadena trófica

Aunque no se haya medido directamente el declive de los insectos, sí que se han encendido otras luces rojas en otros animales que dependen de ellos: las aves. Juan Carlos del Moral, coordinador del Área de Ciencia Ciudadana de SEO/BirdLife comparte algunos preocupantes datos que han recogido sobre las aves desde el año 1998. «El 34 por ciento de las 130 especies comunes que seguimos está en declive. La mayoría de las que están cayendo están vinculadas a medios agrícolas y urbanos».

La posible caída de la población de insectos, la fuente de alimento de muchas aves de medios agrícolas, puede ser la causa. «Se le ha declarado la guerra química al campo. Se usan semillas blindadas contra hongos, fertilizantes, pesticidas como los neonicotinoides y herbicidas, como el glifosato, que son baratísimos y que matan todo. Pero al hacerlo, eliminas la base de la cadena trófica y provocas que no haya alimento para micromamíferos, lagartijas, serpientes ni pájaros». Quizás por eso, en España las golondrinas experimentan un declive del 25 por ciento en sus poblaciones, el mochuelo del 40%, el cernícalo vulgar del 45% y el alcaudón dorsirrojo del 53%.

Uno de los problemas que afrontan los insectos es que los datos que SEO/Birdlife recoge sobre aves no son recopilados por los entomólogos, porque medir la evolución de la población de miles de especies de pequeños animales es mucho más difícil que anillar y seguir a decenas de aves. «Ni de lejos estamos cerca de tener un censo», explica José Luis Viejo. Actualmente, se desconoce la evolución de la población de los insectos y tampoco existe un registro de todas las especies. Si en el mundo se conocen actualmente 960.000 especies de insectos, en Europa se han registrado 75.000 y, en España, 40.000.

Según el catedrático de Entomología, tan solo hay pequeños ejemplos del drama que puede estar ocurriendo. Como el de la invasión del avispón asiático, que diezma colmenas de abejas, el declive de una especie de mariposa muy común, Papilio machaon, que ya no lo es tanto, porque los hinojos en las cunetas de las carreteras se podan por completo, o la desaparición de especies al arrancar la vegetación autóctona española, considerada como «malas hierbas». ¿Qué estará pasando en Europa globalmente cuando el 80 por ciento del suelo es explotado por el hombre, según datos de la CE?

 

Se buscan entomólogos

Para Viejo, si se sabe tan poco sobre lo que ocurre es sencillamente porque no hay suficientes entomólogos para estudiarlo. «Es un daño colateral del modo de hacer ciencia. Muchos trabajos no se hacen porque son muy laboriosos y luego no se publican en revistas de gran impacto», dice. «Desde el punto de vista curricular, ya no está tan bien visto nombrar una especie. En unos años no habrá expertos, porque identificar una especie requiere un proceso muy largo de aprendizaje, con maestros y discípulos, al igual que hacían los artesanos en la Edad Media».

Terry Erwin, entomólogo de la Institución Smithsonian y experto en carábidos, un tipo de escarabajos, es probablemente uno de los maestros que quedan. En 1982 roció con humo un árbol de la selva de Panamá, y solo allí encontró una increíble cantidad de 1.200 especies de insectos. Así, estimó que en el mundo debía de haber 30 millones de especies. Hoy, esa cifra le resulta «ingenua» y «muy, muy conservadora»: «Sabemos que en una hectárea de la selva hay 100.000 especies de insectos y parientes, y unos 320.000 millones de individuos. Solo en la cuenca del Amazonas hay 17.000 millones de hectáreas, y 450 tipos de bosques, basados en diferentes árboles, así que, ¿cuántas especies hay? Millones de millones de millones, y sin contar con la selva del Congo, de Borneo, de Australia y todo lo demás». Además, la secuenciación de ADN ha mostrado que dentro de una especie clásica puede haber varios grupos bien diferenciados. «Sé que hay más, pero no tengo tiempo para identificar nuevas especies», dice Erwin.

 

Hacia la extinción masiva

Al igual que José Luis Viejo, Erwin explica que nadie está midiendo la abundancia de individuos de insectos a causa de la complejidad y enormidad de la tarea, pero que tras 35 años de trabajo, también ha percibido un declive en el Amazonas. Al mismo tiempo, recordó que hay informes basados en datos que hablan de un impacto dramático en los árboles a causa de clima y un gran declive de muchas aves. «Soy un poco pesimista, porque no estamos prestando atención al problema. Pero la selva amazónica es tan enorme, que quizás tengamos tiempo de darnos cuenta de que el mundo natural se está yendo al infierno».

E. O. Wilson defendió en una conferencia TED la necesidad de crear una Enciclopedia de la Vida para proteger a los seres vivos, en especial a los más diminutos. «Estamos destruyendo especies y ecosistemas y poniendo en peligro nuestra propia existencia, y lo estamos haciendo con ingenuidad y una incesante energía», proclamó Wilson. Tal como expuso, la destrucción de hábitats, la introducción de especies invasoras, la polución, el crecimiento descontrolado de población y la caza y la pesca excesivas, han creado un «juggernaut» o fuerza imparable dirigida a destruir la naturaleza. «Todo está encaminado a que a finales de siglo la mitad de las especies de plantas y animales estén en peligro crítico o se hayan extinguido». Eso sin contar con la influencia destructiva del cambio climático. Esto es lo que ha llevado a expertos de todo el mundo a considerar que el ser humano podría estar provocando la sexta gran extinción, un cataclismo similar a la caída del asteroide que acabó con los dinosaurios.

El veterano investigador Terry Erwin no se mostró muy optimista: «Cuando estudiaba en el instituto, en los años cincuenta, había unos 3.600 millones de personas en el mundo. Hoy hay más de siete mil millones». Por eso, cree que llegará un momento en que el hombre no podrá adaptarse a los cambios provocados por él en el planeta y que su población caerá en picado. José Luis Viejo tampoco se muestra muy esperanzado: «Quisiera ser optimista, pero lo que veo no me induce a serlo. Creo que la naturaleza tiene una gran capacidad de autorreparación, pero los seres humanos no aprendemos de los errores y los cometemos una y otra vez». Aun así, está convencido de que «no acabaremos con los insectos. Antes de que ellos desaparezcan habremos desaparecido nosotros». La única esperanza, dice, está en educar a las nuevas generaciones. «Pero el margen de maniobra es cada vez más escaso».